De mirador a basurero en Santa Úrsula
Situado en el municipio de Santa Úrsula, en la calle que lleva su nombre, el mirador de Taoro es un lugar que ofrece unas maravillosas vistas de todo el Valle de La Orotava, cuyo límite lo marca el barranco de El Pino. Hasta hace unos años era un lugar tranquilo pero después de la pandemia se ha convertido en un verdadero suplicio para los vecinos del lugar.
No tienen alumbrado público y el mirador es un verdadero estercolero. Latas, papeles, orines, rabo de gato, condones, botellas, y todo tipo de basura son arrojadas al barranco e inundan el suelo y las canteras de una zona que todavía eligen muchas personas para detenerse a disfrutar del paisaje.
A ello se suma el mal estado de la carretera, con un asfalto deteriorado y llena de baches, aunque el mayor abandono es desde el inicio de la calle hasta el número 33 dado que llegando al mirador la vía se encuentra en mejor estado.
La oscuridad la sufren todos los días y más aún al entrar y salir de las viviendas pese a que pagan sus impuestos al Ayuntamiento. Una residente en la zona, harta de esa situación presentó una petición ante el Ayuntamiento y lleva dos años esperando por una respuesta. “Todavía no me han dicho nada”, asegura. Al menos de manera formal porque sí le aconsejaron “que se uniera con más gente ya que sola no iba a conseguir nada”.
En la misma solicitud, precisa, demandaba que se arreglara el asfalto, las jardineras, que están rotas y pintadas, igual que los muros y las barandillas, y acondicionaran la zona, invadida de rabo de gato. También se pedía al Ayuntamiento que instalara guardias muertos para frenar la velocidad ya que han tenido que llamar a la Policía local, “pero todo queda en nada”, se lamentan.
Lo han hecho porque es una carretera con dificultades de accesibilidad para los viandantes, que deben ocupar la calzada para llegar a sus destinos y el aumento desconsiderado de velocidad de los vehículos supone un riesgo añadido. “Muchas veces vamos a pasear con los perros y el niño pequeño y mi marido se ha tenido que poner delante del cochecito porque vienen a velocidades desorbitadas”, cuenta una vecina.
La situación se agravó hace algún tiempo porque además, el mirador se ha convertido en un “palco clandestino” al que acuden muchas personas para ver las carreras ilegales de coches que se organizan casi todas las noches en la TF-21, la carretera que está por debajo de sus casas, y que linda entre Cuesta de la Villa y Las Cuevas, el primer núcleo pertenecientes a Santa Úrsula y el segundo, a La Orotava, el municipio limítrofe.
“Se ponen en fila, con sillas y coches tuneados y desde una punta avisan cuando no pasan coches por la zona para comenzar la carrera que llega hasta la subida de la calle Taoro”, precisa la misma señora, quien añade que “empezaron dos o tres coches pero cada vez se unen más”.